Estamos dejando atrás el periodo virtual al que nos obligó la pandemia que aún no culmina. Ha sido un tiempo desafiante, que nos obligó a redefinir nuestras formas de convivir, estudiar, trabajar, recrearnos y las prioridades que teníamos para tiempos presenciales.

La adaptación a las nuevas condiciones no fue impedimento para cumplir nuestros compromisos de preparar adecuadamente nuestra universidad en las mejores condiciones para cuando se restablezca la presencialidad segura. Durante dicho periodo no solo mantuvimos el servicio académico de manera virtual, sino que además instalamos nuevas capacidades institucionales para fortalecer los procesos de aprendizajes de nuestros estudiantes, destacando la plataforma de trabajo académico y los apoyos tecnológicos y formativos.

Hoy tenemos una mayor oferta académica que se ha traducido no solo en nuevas carreras, sino también en más estudiantes matriculados, mejor equipamiento didáctico y con el respaldo de una mayor diversidad y calidad académicas, más una creciente complejidad universitaria.  En efecto, nuestra universidad ha recibido una acreditación de nivel avanzado por cinco años, proceso y logro al cual nuestra sede ha contribuido de manera significativa, pero si bien ello constituye un reconocimiento, es principalmente una responsabilidad para con nuestra región en general, y con nuestro territorio insular en particular.

Considerando aquello es que hemos profundizado nuestras orientaciones estratégicas en dos áreas: la primera, en consolidar y fortalecer nuestra vinculación con el medio socio productivo y cultural desarrollando acciones estratégicas de colaboración; la segunda, tiene como finalidad avanzar en mayores niveles de complejidad institucional abordando las áreas de investigación y postgrado. En este sentido, nuestro territorio insular requiere de formación de capital humano avanzado que pueda construir respuestas a los desafíos de la implementación de las políticas públicas en nuevos escenarios de gestión, profesionalmente desafiantes y de exigencias social y culturalmente pertinentes, pero que también comience a dar respuesta a las necesidades y expectativas de formación de los profesionales que hoy ejercen en el mundo laboral público y privado.

Para abordar lo anterior, estamos en fases de diseño de dos iniciativas relevantes: el Magister en Gobernanza Territorial y en la creación e instalación de un “Centro de Estudios Insulares”. Con el magister queremos contribuir a dar respuesta a la necesidad de dotar de capacidades para la gestión de autonomías en el marco de las complejidades crecientes de nuestro territorio insular y a través del Centro, además de desarrollar investigación, innovación y divulgación científica insular de excelencia, levantar los insumos que permitan tomar decisiones coherentes con los desafíos que enfrentarán las nuevas generaciones en materias medioambientales y ecosistémicas, patrimoniales y socioculturales, en el marco de un desarrollo productivo insular con impactos territoriales y en el bienestar de las personas y comunidades.

Hemos dado respuesta a los compromisos que se establecieron en el Plan Chiloé Superior, que permitió la concreción de una infraestructura digna para la educación superior en su propósito de formación de técnicos y profesionales, pero una universidad es más que aquello, especialmente la universidad pública como la nuestra, su misión es contribuir a la reflexión y a la elaboración de conocimiento que busque y encuentre verdad, que contribuya con respuestas a los desafíos existenciales de las personas de nuestro tiempo, pero también, sea capaz de albergar en su seno las esperanzas de que un mundo mejor es posible para las próximas generaciones.

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